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sábado, 31 de agosto de 2013

DISCURSO 16 DE SEPTIEMBRE

DISCURSO 16 DE SEPTIEMBRE
DISCURSO 16 DE SEPTIEMBRE


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En todos los tiempos los aplauso han sido los que triunfan, por que el que triunfa tiene que vencer las dificultades y para eso tiene que esforzarse, y dedicar parte de su vida para alcanzar las mieles de triunfo.



En la antigüedad a los que vencían se les concedía una corona de laureles, como símbolo de respeto y admiración de sus ciudadanos. Era tan grande el respeto para el vencedor como grande el desprecio para el vencido.



Así una madre romana al darle el escudo a su hijo para que saliera a combatir a los enemigos de su patria, le digo  VUELVE CON TU ESCUDO O SOBRE TU ESCUDO con lo que quería decir: Vuelve vencedor o vuelve muerto. 



Y si se concede respeto al que triunfa en cualquier lugar, que bien puede ser personal y egoísta, los que alcanzan el triunfo de algo que se proponen de forma desinteresada, no solo merecen el respeto y la admiración, sino también el amor y la veneración de los que recibieron el fruto de su sacrificio. 



Tal es el caso del padre de la patria, el inmortal Miguel Hidalgo y Costilla.

Que dio su vida para darnos patria 


Corría el ano de 1810, la entonces nueva España se a había desarrollado notablemente, su riqueza minera había llegado al auge, los tiros de las minas habían visto salir por sus negros boquetes torrentes de oro y plata: Bartolome de Medina había inventado un procedimiento para purificar el mineral de plata y la quinta parte de este metal que había en el mundo, salia  de las minas de México.


La industria también en manos de monopolizadores. producía torrentes de oro que iban a desaparecer en el fondo de las cajas de caudales de  los privilegiados del gobierno virreinal.

Existían dos clases perfectamente definidas; una la de los españoles dueños del gobierno y de las concesiones; otra de los desheredados que tenían que vivir del trabajo de sus manos, mal remunerado.

Entre la vida de estas dos clases existía una profunda diferencia, los privilegiados se la pasaban contando sus ganancias asistiendo a ejercicios piadosos, comiendo bebiendo y jugando; los de la calse proletaria, que eran los mexicanos vivían dedicados al trabajo mas retribuido que les deparaban los negocios de los privilegiados, sin pode dedicarse por cuenta propia a niguno por que todo estaba en manos de los monopolios virreinales.

Si alguien que no fuera español pretendía dedicarse pretendía dedicarse a la agricultura, sus campos eran quemados, los empleos públicos eran para los privilegiados y hasta el pensamiento estaba oprimido por manos de de inquisición.

En el seno mismo de la nación existía como un cáncer la esclavitud, que pasaba sobre aquel pueblo, antes dueño de estas tierras, que ahora gemía encadenado por el gobierno extranjero 

Pero en medio de este cuadro desolador, había espíritus libres que trataban de devolver su libertad al pueblo, de romper las cadenas del esclavo, y de hacer que el gobierno estuviera en manos de quienes justamente debieran tenerlo.

En un risueño pueble cito en que la paz parece que se prende como grasa en las copas de los arboles, un viejecito de cabellos blancos, observaba con ojos venevolos la tristeza del mexicano, oia los lamentos del esclavo, y meditaba en la profunda injusticia de que eran victimas los nativos.

Muchas veces el anciano habia prometido ayudar a los infelices creando fuentes de trabajo para ellos, donde les ofrecia un par de buenos salarios, y un trato justo. Habia establecido varias industrias, que eran implacablemente perseguidas por el gobierno virreinal, entonces ante tamaña injusticia, había cambiado impresiones con algunos amigos suyos que también reprobaban las cosas que pasaban, y justos conspiraron para devolver al pueblo la libertad y sus derechos



Entre los gloriosos conspiradores destacaban.

Allende, Aldama, Abasolo y muchos mas, pero no faltaron delatores que informaron al gobierno y este puso en movimiento sus esbirros que fueron husmeando hasta dar con la pista, y fue dictada una orden de aprensión contra Hidalgo y sus colaboradores.

Hubieran llegado los esbirros para aprender a Hidalgo y sus amigos, a no ser por la gloriosa Daña Maria Josefa Ortiz de Dominguez, esposa del corregidor de Queretaro, hermosa dama de ilustre abolengo, que enterado de lo que pretendían los tiranos, se apresuro a enviar aviso al cura Hidalgo del peligro que corría.

La ilustre mujer no vacilo en correr el riesgo de ser encarcelada, de perder su privilegiada situación, sino que inflamada en amor patrio, solo pensó en salvar a su pueblo, imaginaba que iba a dar libertad al suelo que la vio nacer 

Y fue en la noche del 15 de septiembre de 1810, cuando el cura Hidalgo, advertido de que se trataba de hacer abortar el movimiento de libertad, a toda prisa convoco a sus colaboradores mas inmediatos, y haciendo vibrar la campana que antes solo había llamado a los fieles a la oración, para pedir alivio a los males de la patria, convoco en esos momentos solemnes a los mexicanos para luchar por la libertad.




Continuara.......................


DISCURSO 16 DE SEPTIEMBRE



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