Se dice que celebrar el Día del Padre no es lo mismo que celebrar el Día de la Madre, ya que se considera que la madre es la columna vertebral del hogar y el padre es su complemento. Sin embargo, esto no siempre es cierto. Ser padre implica llevar sobre tus hombros la responsabilidad de un hogar, de responder a los pedidos económicos y de saber solucionar las situaciones del día a día con fortaleza, incluso cuando en realidad sientes miedo y no sabes cómo salir de cada problema familiar.
Se espera mucho de ti, papá, a menudo se espera que seas lo que no tuviste en tu propia experiencia como hijo. Quizás querías un padre amoroso que te acompañara al parque o al cine, que fuera tu amigo, que te contara chistes y te alborotara el cabello mientras te felicitaba por cada logro pequeño o grande. Necesitabas sentirte querido, aceptado, reconocido y distinguido con su respeto y admiración. Pero tal vez no tuviste a ese padre de tus sueños. Ahora, sin embargo, es tu turno de recordar lo que no recibiste y brindarlo a tus propios hijos. Sabemos que esto no es fácil, es difícil dar lo que quizás nunca recibiste.
Pero tu fortaleza, padre, es lo que nos hace olvidar aquel beso que no nos diste, aquella caricia que esperábamos o aquella palabra en el momento en que más la necesitábamos. Sabemos que mostrarte fuerte a veces te hacía ver duro e inaccesible, que no podías llorar, que no podías perder los papeles, que no podías tirar la toalla. Tú, padre, no podías mostrarte débil ante nada, porque tus hijos veían a través de tus ojos y esperaban que les brindaras una solución a todo.
Eres un valiente y un héroe de la vida, padre. Se te exige mucho, se espera que hagas esto o aquello, y que lo hagas sin pretextos ni disculpas, sin cometer errores involuntarios, debes ser perfecto para nuestra sociedad o de lo contrario te conviertes en un mal padre. Llevas mucho sobre tus hombros y continúas avanzando a pesar de todo.
En este Día del Padre, quiero decirte que seas como seas, eres el papá que el Gran Arquitecto del Universo envió a nuestras vidas. Tenías que ser tú, no otro, y no te preocupes, porque tus aciertos y tus errores son parte de nuestro crecimiento y del tuyo también. Toda una vida demostrando, toda una vida queriendo ser mejor de lo que fueron contigo, toda una vida velando por tu familia. Gracias por ser nuestro padre, te queremos mucho.
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